La Ley de Primarias de vuelta al laboratorio
El
Presidente promulgó la Ley sobre Primarias bajo la idea de que mejora la
calidad de la política y de la democracia. Tendría juicios más cautelosos
después de lo que ha pasado con el voto voluntario y pediría mayor reflexividad
en el reconocimiento de los avances y en la identificación de las omisiones. Las
leyes tienen efectos y el deber del legislador es preverlos con precisión. El
Tribunal Constitucional en Sentencia Rol 2324 alertó acerca de cuáles reglas
deben aplicarse para la realización de las elecciones primarias el domingo 30
de Junio de 2013. Una reprochable
técnica legislativa, de la que me declaro reo, llevó al TC a sostener que “esta potestad normativa conferida al
Servicio Electoral se da en un contexto especial, dada la forma en que el
proyecto definió el marco jurídico que rige a las elecciones primarias, en el
artículo 6°. Ahí se remitió “en todo lo que no sea contrario a ella y en
lo que le sea aplicable”, a las leyes N°s 18.700, 18.556, 18.695 y
18.603. Y declaró inconstitucional
la disposición que indicaba “que le corresponde al Servicio Electoral dictar
normas sobre, “en general, todo aquello relativo al acto eleccionario”, puesto que es el legislador el que debe
regular las reglas electorales y no un servicio público, eliminó todas las
sanciones de la Ley de Primarias por constituir leyes penales en blanco y
declaró inconstitucional la omisión de la presencia de perito cuando hay dudas
sobre la identidad del elector “la
necesidad de identificarse mediante recursos técnicos es más relevante en
elecciones primarias simultáneas, que necesariamente llevan a que la persona
pueda votar una sola vez, excluyéndose de las otras”.
Es
necesario que el Gobierno envié un proyecto de ley de primarias 2 para que no
desprestigiemos la política y la democracia en los detalles. Si las primarias son técnicamente una
votación popular deberíamos tener una elección preparada de 13 millones de
papeletas aproximadamente por cada una de las múltiples votaciones simultáneas
nacionales; en dónde debemos proteger el secreto del voto resguardando los
padrones ad hoc de cada elección; con control del orden público por las Fuerzas
Armadas; movilizando y pagando un batallón de vocales de mesa que custodiarán
elecciones complejas y disputadas; con
regulaciones y autorregulaciones de las propagandas bajo un gasto electoral en
total opacidad que ni siquiera llega a rendir más de $ 1.200 millones de pesos
en declaraciones juradas unilaterales de cada candidato; sin sanciones por el
acarreo de electores; con ley seca el día de la elección y con las alteraciones
propias de la fiesta de la democracia cuando puede terminar simplemente en la
“batalla del acarreo en los partidos”.
La derecha francesa acaba de dividirse profundamente entre Copé y Fillon
por no tener reglas del juego clara en una elección primaria. Primarias 2 ahora antes que sea demasiado
tarde.
Pretender
que la ley promulgada pueda ejecutarse sin atender los reproches del Tribunal
Constitucional, sería un grave error de efectos previsibles.
El 27 de octubre recién pasado
fuimos testigos de imprevisiones administrativas, no repitamos la conducta,
porque así estamos dañando nuestro sistema electoral.