Mi Opinión

29 septiembre, 2009

IDEAS PARA UNA PRESENTACIÓN

Edgardo Boeninger hace algo más de un mes estuvo en el Congreso, aceptando una invitación para exponer en la comisión mixta que discutía la Reforma Constitucional, denominada “Calidad de la Política”, así se llama uno de los capítulos del libro “Chile rumbo al futuro”.

En esa ocasión Edgardo Boeninger, con sus dolores a cuesta, pero con la sonrisa y lucidez de siempre, expuso sobre la reforma en discusión. Creía con argumentos sólidos, que era necesario mejorar el texto del proyecto incorporando una norma que de manera clara y definitiva establezca el carácter de dedicación exclusiva de la función parlamentaria, materia que hoy y desgraciadamente lo seguirá siendo, es un punto opaco de nuestro ordenamiento constitucional. En esa misma ocasión me pidió, como un favor que lo acompañara en esta presentación. El favor me lo hizo a mi, no se imaginan el orgullo que significa presentar su libro, estoy cierto, y lo digo sinceramente, que la lista de personas que merecen mucho más esta notable posibilidad es larguísima, pero Edgardo así lo quiso y aquí estoy con alegría, con mucha emoción.

Si pudiera en una frase simbolizar el sentido profundo de las ideas que Edgardo nos dejó en el libro, diría que busca “proponer sin imponer, cuestionar sin condenar”, así por lo demás fue su vida política, jamás eludió los temas complejos, pero siempre construyó y contribuyó, es esa dirección.

Edgardo nos deja, para decirlo clara y concretamente un verdadero programa de gobierno, allí esta a disposición de quien en uno meses más gobierne a nuestra Patria – y tal como lo dice el autor confiamos en que sea Eduardo Freí.

De la lectura de “Chile rumbo al futuro”, surgen propuestas, ideas, análisis para una buena parte de las áreas que posibilitan a nuestro país seguir transitando por una senda de crecimiento económico, desarrollo social y mejor equidad.

Pero como lo indica el autor en el capitulo “visiones del país y sus dilemas", el libro no se refiere a la campaña electoral, sus reflexiones no deben entenderse directa ni indirectamente vinculadas a los decires y propuestas que se hacen en el curso de una contienda electoral, su mirada va del 2010 en adelante, con un horizonte de mediano y largo plazo, y con el ánimo de dibujar un mapa de Chile futuro.

Para quienes tuvimos la oportunidad de trabajar con Edgardo, más claramente de aprender de él, en mi caso desde comienzos de la década de los 80, en Santa Lucia del grupo de los 24, en Nueva de Lyon, del CED, en su casa de calle Las Malvas, en la DC, de Carmen 8, y más tarde Alameda 1460, no nos sorprende aquello de “dibujar un mapa”, otras veces era fijar la carta de navegación. Su profundo amor a Chile siempre estuvo vinculado a construir desde la coyuntura, a veces dura y triste, acciones de futuro, miradas de largo plazo. Pertenezco a una generación de políticos, tributarios de esa forma de ver Chile que Edgardo siempre se preocupo de transmitir a los más jóvenes. Nos recordaba con sus palabras y testimonios, que quien quiere ser reconocido como un líder, debe ser percibido como alguien con coraje, honestidad y capacidad de jugársela, aún en condiciones adversas, de enfrentarse con las encuestas, con las posiciones intransigentes de determinados actores y la amenaza de quienes le echan en cara alejarse de lo políticamente correcto o de la tradición histórica de su propio grupo de referencia.

Ese mismo llamado lo inserta hoy, en “Chile Rumbo al futuro”, al momento de reflexionar en torno a la sociedad, la política y la conducta de los actores, y lo hace sin tapujo, sin atajos lingüísticos, “los que debieran ser lideres en nuestra democracia se han ido convirtiendo en esclavos de las encuestas y suelen dejarse guiar por las exigencias de la propaganda más que por las opciones de fondo”, claro y al hueso, no es fácil no declararnos reos de esa aseveración. Luego agrega “la democracia chilena necesita exhibir nuevamente liderazgos auténticos que contribuyan a mantener el rumbo y a infundir adhesión y esperanza”. Hay allí un desafío concreto y profundo, asumible pero por cierto no exento de dificultades individuales y colectivas.

El mapa que dibuja Edgardo

Antes de intentar una breve y sintética reseña de la carta de navegación que nos entregó el autor, permítanme detenerme en un punto central de la obra, que los lectores del libro que hoy se presenta lo encontrarán en el apartado: “Disyuntivas y desafíos”

Su punto esencial es, la estrategia del desarrollo que se aplicará a partir del 2010. Se pregunta el autor ¿Seguiremos la ruta del crecimiento con equidad que se trazó en 1990, con una economía de mercado de corte liberal regulada (no neoliberalismo, mote con que la pretende descalificar sus detractores), con predominio privado en el crecimiento económico, fuerte presencia del Estado en el desarrollo social y la regulación pública necesaria para evitar riesgos sistémicos y proteger al consumidor o usuario?, yo agregaría al ciudadano ¿O estamos a las puertas de un cambio de rumbo más a la izquierda (o progresista como esta de moda decir) o más a la derecha en el persistente dilema Estado – mercado, con opiniones más radicales y presumiblemente más conflictivas que las observadas en estos últimos 19 años?. El autor como sugirió, muchas veces de los diversos capítulos del libro, se declara ferviente partidario de continuar por el camino trazado, pero administrando los cambios, énfasis distintos y nuevos temas propios de la época. No agrega mucho, pero permítanme aprovechar esta tribuna, para decir con convicción que comparto a cabalidad la opción de Edgardo.

Sobre este desafío no ve las cosas fáciles, se explaya sobre la gobernabilidad del país a partir del 2010, concluye con fundamento que esta no esta asegurada, requiere de búsqueda de acuerdos, de entender a Chile como una comunidad de personas que para construir un edificio sólido, requiere de consenso y acuerdos que pueden no importar los óptimos que cada grupo agregaría legítimamente.

Entrega ideas y claves para la mantención de la gobernabilidad, me detengo en una, por llegarme más de cerca, por tener que ver con una casa política de la que Edgardo recibió y entregó mucho, la Democracia Cristiana.

“La Concertación es una coalición de centro – izquierda. Sin embargo, por la insatisfacción de buena parte de la clase política con lo obrado en sus 18 años de gobierno, especialmente en la superación de las desigualdades, por el despertar nostálgico o ideológico de algunos sectores, por la propensión mediática de ciertos dirigentes y por otras razones, ha ido adquiriendo un perfil ubicado claramente más a la izquierda y, en consecuencia, más confrontacional que el del equilibrado conglomerado original. Si se añade el desequilibrio electoral entre la DC y el “polo progresista” se concluye que la Concertación está desestibada y que le cuesta alcanzar acuerdos tanto internos como transversales. La solución a este problema es conceptualmente simple, pero en la práctica resulta difícil. Bastaría con restablecer su carácter auténtico de coalición de centro – izquierda: que en ella la “C” tenga igual peso que la “I”. Hacerlo significaría restituir a la DC su carácter de partido de centro, favorable a los acuerdos, sostenedor del equilibrio interno en el apoyo al Presidente y bisagra con los sectores de oposición en la tarea indispensable y prioritaria de llegar a acuerdos transversales en materias de importancia vital. No está claro, sin embargo, que la DC actual quiera volver a desempeñar ese rol, pese a que el electorado no la considerará nunca un partido de izquierda y que grandes sectores de clase media se han ido convirtiendo en electores indecisos y disponibles”.

Los demócratas cristianos, -los que conducen hoy-, los que les corresponderá conducir mañana tienen un desafío que Boeninger delinea. La DC, en mi perspectiva, que me parece indudablemente era la de Edgardo Boeneniger, debe retomar el centro político de manera clara y sin complejos. Es en esa posición, donde hemos contribuido esencialmente en distintos momentos centrales de nuestra historia, dos ejemplos, desde allí fue el partido eje en la derrota de la dictadura de derecha-, desde allí contribuímos muy privilegiadamente a la más exitosa transición Latino Americana.

- Algunos puntos esenciales del mapa, de Chile rumbo al futuro.

Educación

Todos los chilenos deben recibir una buena educación y eso no esta pasando.
El autor se hace cargo de aquello y como ocurre en toda la geografía del libro no se limita a la descripción de la problemática, sino entrega ideas y propuestas.

Es sin duda el tema especifico que más tiempo le destina, en el capitulo de conclusiones finales pone a la educación como la primera prioridad nacional en los próximos años, para agregar que la puesta en práctica de la reforma educacional será una tarea de largo plazo, tomará un par de décadas de acción constante y perseverante.

Propone ideas sobre educación básica, secundaria, pública, educación terciaria, educación técnico profesional, planes de estudio, acceso estudiantil, equidad.

No sólo se la juega (los líderes se la juegan), señalando que es necesario abandonar dogmas rígidos y mundialmente superados por los hechos, como la oposición al lucro en la educación y el concepto de estado docente como única formula de solución para los problemas, sino también entrega cifras sobre los compromisos que se debieran asumir a la hora de multiplicar la subvención escolar.

Pero el autor como era su costumbre baja de lo general a lo particular y a la hora de hablar sobre educación pública propone 7 ideas para enriquecer el proyecto que crea las corporaciones locales de educación pública.

Este gran desafío, en el que se ha avanzado, pero cuyos pendientes son acuciantes, hace obligatorio, dice el autor, conciliar posiciones políticas entre la Concertación y la alianza y cada uno de sus respectivos partidos para construir en torno a la educación un gran acuerdo nacional de largo plazo que otorgue apoyo político suficiente a un plan maestro (necesariamente flexible en el tiempo) y aseguré su aplicación continua a través de sucesivos periodos presidenciales, con independencia de quienes detenten el poder.


- Las desigualdades y la sociedad de garantías.

Razón tiene el autor cuando sostiene que nadie seriamente puede discutir los espectaculares progresos que ha hecho Chile en la reducción de la indigencia y la pobreza, sin embargo aún no está superada la vulnerabilidad de sectores que dejaron de ser pobres pero que están en riesgo de volver a serlos, la única manera de impedir aquello es ante todo, mantener superada la crisis, una alta tasa de crecimiento.

No cree que la receta pase, dicho en términos gruesos, por más estado, menor mercado y menos sector privado.

“En Chile existe una economía de mercado regulada, que nada tiene de neoliberal y que es similar a las opciones que están surgiendo en el mundo desarrollado tras la crisis. Debemos asegurar la continuidad de nuestra actual política económica conservando el poder y estatus de los ministros de hacienda, sin perjuicio de que se efectúen los cambios que aconseje el contexto internacional.

Alcanzar las tasas de crecimiento más altas posibles en un imperativo del futuro que no debe relativizarse por supuestas contradicciones con la justicia social, porque es un requisito necesario para seguir elevando los niveles de protección social mediante el aumento del ingreso fiscal y la creación de más empleo. Solo el crecimiento nos ayudará a seguir construyendo, en la medida de nuestras fuerzas, un estado de bienestar similar al europeo.

- Relaciones laborales

El autor destina un capítulo, a este hito de la carta de navegación de Chile rumbo al futuro, tal preocupación no constituye sorpresa alguna, pues una parte no menor de los tiempos de Edgardo en su función ministerial, y más tarde senatorial estuvo marcada por ideas, propuestas en esta área del desarrollo político e institucional del país.

Permítanme extractar un párrafo inicial del capitulo en comentario, a mi juicio muy marcador de la tesis y propuestas que nos entrega.

“En los países donde las relaciones laborales son un juego de suma positiva beneficioso para ambas partes – los que así lo entienden, por lo que mantienen sus inevitables disputas en un marco de colaboración que no cuestiona las bases del sistema -, tales relaciones son buenas y contribuyen a un desarrollo más armónico del país. En cambio, si las relaciones laborales son percibidas como un juego se suma cero, con una ineludible confrontación de intereses, el clima laboral es malo y tiende a obstaculizar el desarrollo nacional.

En nuestro país las relaciones laborales a nivel de organizaciones de trabajadores y empresariales de cúpula son malas, y como sostiene el autor se requiere con urgencia un cambio en la forma en que se están dando.

Para lo anterior se hacen propuestas concretas, no se elude tema conflictivo alguno. Centra el debate en los aspectos esenciales, más allá de la discusión hoy ubicada en el momento político en que deben discutirse legislativamente estos asuntos pendientes.

Edgardo, como decíamos no elude los temas por mas espinudos que sean (los líderes no eluden los temas) definición de empresa, subcontratación, despido por necesidades de la empresa, reemplazo de trabajadores en huelga, titularidad exclusiva del sindicato, negociación colectiva, adaptabilidad y flexibilidad laboral, nuevos tipos de contrato de trabajo, dirección del trabajo, buenas practicas laborales, capacitación, AFP estatal, funcionarios públicos.

En todo ellos expone con claridad sus propuestas, y si este intérprete tuviera que elegir un capítulo del libro que traerá aparejados debate, criticas, será este. Pero el gran aporte, es que no elude, ni busca atajos, propone a sabiendas de los efectos. Estoy cierto que si Edgardo hubiera podido presenciar y participar en este debate lo haría con su impronta “proponer sin imponer, cuestionar sin condicionar”.

Más o menos lo mismo ocurrirá con el capítulo que sigue “Política tributaria”.

Al terminar esta sección de la obra, se pregunta ¿un nuevo contrato social?, su respuesta es afirmativa y sostiene:

“Los temas examinados en los capítulos anteriores solo podrán orientarse a soluciones concordadas con un apoyo de amplio espectro. Las negociaciones sobre relaciones laborales, política tributaria, modelo futuro de la educación y otras materias deberían integrarse para hacer posible una visión nacional que mejore la orientación futura del país. Señalé en capítulos anteriores que, en mi opinión, puede haber margen de maniobra respecto a la política tributaria y las relaciones laborales, por ejemplo.

Es preciso aprovechar esos pequeños espacios para generar un nuevo contrato social que sustituya los desgastados (o ya cumplidos) consensos de comienzos de decenio de 1990. Los actores deberán hacer sacrificios importantes, condicionando sus propios compromisos a otros de similar envergadura de los demás. Corresponderá al Estado esforzarse en los próximos años por lograr un acercamiento entre los actores sociales y políticos y plantear opciones de acuerdos como los que se proponen en este texto y otros”

Quizás, esta aquí el nudo esencial de estos grandes temas del Chile del Futuro, por eso me atrevo a sostener que tal vez la pregunta de un nuevo contrato social, pudo haber sido el inicio de este capítulo, pues de este imperativo ético surgen los necesarios cambios a las políticas públicas en materia laboral y tributaria.

- Reformas al Sistema Político

El autor destinó una parte importante de su obra para tratar con rigor analítico, una vez más con mucha honestidad, más allá de los efectos, un tema puesto en debate en el Chile de hoy.
Es natural que el mapa o la carta de navegación rumbo al futuro, debe tener claridades sobre esta materia.

Es cierto también que todos los candidatos y en especial el candidato que Edgardo apoyaba, se han pronunciado sobre el tema y en particular sobre la necesidad de una nueva carta fundamental para el bicentenario.

Eduardo Freí al hacer público su programa de gobierno en el acto del Castillo Hidalgo, se comprometió en los primeros días de su mandato a crear una comisión de alto nivel, que se aboque a estudiar este tema. Sin duda que “rumbo al futuro”, debiera constituir un insumo prioritario de ese grupo de trabajo.

Edgardo Boeninger de forma muy clara, fija su posición sobre esta discusión.

“En primer lugar, recordemos que el año 2005, se aprobaron casi por unanimidad las reformas constitucionales pendientes desde 1989 e impulsadas con ardor y perseverancia por la Concertación. Su promulgación fue el desenlace consensuado a favor de los planteamientos que la coalición gobernante había venido haciendo desde antes de asumir el poder en 1990. La Constitución es la ley fundamental, el marco en el cual funciona la institucionalidad del país. Su estabilidad consolida y a la vez refleja la estabilidad política que ha tenido el país desde el retorno a la democracia. Por eso, salvo en el caso de cambios específicos que no alteren su esencia para plantear reformas de mayor magnitud se requiere una percepción amplia de su necesidad y urgencia. De ahí que, a mi juicio, el peso de la prueba recae con rigurosidad en quienes plantean tales reformas.
Es contrario a sustituir la actual Constitución por una nueva que, según sus inspiradores, no sería “auténticamente democrática”, en referencia a la indudable ilegitimidad de origen de la de 1980. A mi entender, dice las reformas de 1989 y del 2005 borraron esa ilegitimidad de origen. La otra razón de fondo para abogar por el reemplazo indicado es el deseo de introducir normas que conduzcan al estado social de derecho. En esa materia, como sostenía antes, está de acuerdo con introducir disposiciones de un estatuto de garantías sociales que constituyan orientaciones programáticas.

Edgardo Boeninger, no cree que todo este perfecto, y no haya que emprender con urgencia reformas institucionales a nuestro ordenamiento constitucional.

Son múltiples, permítanme detenerme brevemente en algunas:

Edgardo Boeninger más allá de la tradición cultural presidencialista de nuestro país, se muestra partidario de abordar en momentos que singularizo como no muy lejanos, la adopción de un régimen político parlamentario, es un convencido de las ventajas del parlamentarismo, y se explaya sobre ellas. Comparto su análisis, de futuro mediato. Con Ignacio Walker hicimos un trabajo sobre este punto en el año 2002 “Hacia el Parlamentarismo”, para su redacción nuestras conversaciones con Edgardo fueron inspiradoras.

Se pronuncia sobre la extensión del período presidencial, la simultaneidad de las elecciones.

El capitulo “Sistema electoral" propone ideas concretas para salir del ya largo y tedioso empantanamiento en que nos encontramos, sin duda culpable en parte de la muy persistente y creciente falta de participación ciudadana en los procesos electorales.

Sería muy prudente que los actores políticos leyéramos con atención estas propuestas de salida, y así intentar construir acuerdos para eliminar las facetas más inconvenientes del binominal. Hace un llamado concreto, a todos, para salir de la escasa pro actividad, en la búsqueda de un cambio real dejando atrás posiciones de todo o nada.

Las propuestas de reformas no se agotan allí, las hay para avanzar en la necesidad que el dinero no prevalezca sobre la política, ideas sobre gasto y financiamiento electoral.

Aquí con respeto, permítanme señalar una disidencia con el Rector, él se inclina por mantener el derecho de las personas jurídicas a efectuar donaciones, como única forma de evitar platas negras “creo que justamente para que el dinero no prevalezca sobre la política, es mejor reestudiar esta materia. En principio parece mucho más lógico que sean las personas naturales las que manifiesten opción política a la hora de las donaciones. El riesgo razonable que Edgardo Boeninger detecta, se puede atenuar sobre la base de una fiscalización de envergadura, como lo que realiza el SII, en materia impositiva.

Sobre los Partidos Políticos destina un acabado análisis sobre su importancia, ayer, hoy y mañana, y con genuina preocupación ve su deterioro interno, su menor influencia en el quehacer político y la baja estima entre los ciudadanos.

Para intentar recomponer el estado del arte, hace concretas propuestas, que creo debieran ser oídos e implementados.

La calidad de la política, como no, es un punto de preocupación real, reconoce los avances pero mira con atención los pendientes y hace concretas propuestas; ley de Lobby, cambios al Consejo de Alta Dirección pública, Instituciones autónomas del estado, Servicio Civil, Reformas a la Justicia Civil y participación, dan cuenta de una serie de reformas que el autor las juzga como necesarias y con importantes grados de urgencia.

En consecuencia el no a la nueva carta constitucional, no puede confundirse con pasividad reformatoria, por el contrario el menú de propuestas es largo y por cierto justificado.

Para finalizar, simplemente contarles que la lectura concentrada del libro, permite concluir que Edgardo en su mensaje de futuro, no olvidó probablemente ninguno de los temas centrales, a la hora de analizar y proponer; a los recordados se puede agregar (modernización del Estado; transparencia y probidad área en que sus últimos años hizo notables aportes; Política exterior, donde en sus últimos años colaboró directamente con Alejandro Foxley, su amigo de toda la vida; tiene ideas concretas sobre el urgente tema de la integración del pueblo mapuche; sobre drogas y narcotráfico, particularmente a no negarse a discutir, aún con serias dudas, la legalización de las drogas blandas, a partir del reconocimiento que esta lucha el mundo la viene perdiendo y Chile no escapa aquello, particularmente desde la casi perfecta ecuación delito, drogas – delito.

Amigas y amigos, la lectura del libro de Edgardo entusiasma, hay una idea de país clara, que creo muchos compartiremos, otros discutirán pero no podrán dejar de reconocer que hay sustancia y propuestas.

En estos días que han pasado desde su muerte, muchos hemos recordado su vida y su obra, creo que también lo echaremos mucho de menos. Chile rumbo al futuro constituye un testimonio notable, que nos permitirá seguir en la maravillosa lucha cotidiana, por construir un mejor país, “Chile”, al que Edgardo Boeninger tanto contribuyó y a través de sus pensamientos, de su acción, de su testimonio.

Chile rumbo al futuro, es el generoso regalo que nos dejó.

Muchas gracias