Mi Opinión

20 enero, 2006

Una gran experiencia


El Presidente Ricardo Lagos tuvo la gentileza de invitarme a formar parte de la delegación oficial que viajó al Vaticano para participar en los actos de canonización del Padre Jesuita Alberto Hurtado, desde el domingo pasado San Alberto Hurtado.

Sin duda, como ocurrió con la inmensa mayoría de los chilenos, fue una gran noticia para el suscrito, especialmente si, como es mi caso, he tenido un vínculo formativo con la Compañía de Jesús, especialmente por mi educación escolar en el Colegio San Ignacio.

A través de la televisión, millones de chilenos fueron testigos inmediatos de las ceremonias y de la participación de miles de entusiastas chilenos, que tomaron la desición de viajar a Roma.

Si en breves palabras pudiera entregar una impresión surgida de la experiencia de estar allí, déjenme contarles que lo más notable a mi juicio de las diversas características de los chilenos que estaban allí, estaba representada toda la sociedad chilena, desde los invitados del Hogar de Cristo, los más pobres entre los pobres, empresarios los más ricos entre los ricos, pero también estaban miles de connacionales que no están en los extremos de los ingresos; estudiantes secundarios, universitarios, pequeños comerciantes, dueñas de casa, profesionales de clase media; pude conversar con varios de ellos, todos relataban su alegría, contaban los esfuerzos personales y económicos para viajar.

San Alberto Hurtado, en vida, fue un hombre contemplativo en la acción, hizo cosas que todos los mortales hacemos, ejecutó obras, fue emprendedor, denunció, fue solidario, generoso. Su convocatoria, a la hora de su santidad, tiene que ver con su vida, en que siempre incluyo, jamás excluyo.

Hoy, tenemos un santo, para todos, su testimonio no sólo debe aplaudirse, debe seguirse, muchas de las cosas que denunció, hace más de 50 años, siguen siendo motivo de denuncia, y de corrección, esta tarea nos corresponde a todos, es el mejor homenaje a San Alberto Hurtado.


Jorge Burgos V.

13 enero, 2006

Recomiendo


“Supongo que ya he escrito mis mejores libros. Eso me da una cierta satisfacción y tranquilidad. Sin embargo, no creo que lo haya escrito todo. De algún modo, la juventud me resulta más cercana que cuando era joven. Ya no considero inalcanzable la felicidad como me sucedía hace tiempo. Ahora sé que puede ocurrir en cualquier momento, pero nunca hay que buscarla. En cuanto al fracaso y la fama, me parecen irrelevantes y no me preocupan. Lo que quiero ahora es la paz, el placer del pensamiento y de la amistad. Y aunque parezca demasiado ambicioso, la sensación de amar y ser amado”.

Jorge Luis Borges
1899 – 1986

El párrafo anterior, es aquel con que se presenta el libro “Autobiografía” de Jorge Luis Borges, de editorial “El Ateneo”, publicada en 1999, con ocasión del centenario de su nacimiento.

Soy de los que solía arrancar de Borges, huida matizada por cierta ignorancia, cierta predisposición para encontrar difícil, lo que no es, cierta decepción por la tardía cercanía de Borges a las dictaduras del cono sur.

La verdad es que luego de leer esta breve autobiografía (1899 – 1970) me arrepiento, de no haber tenido más tiempo, más concentración, más inteligencia, o por último algo de inteligencia, para leer al notable Borges Jorge Luis.

Jorge Burgos V.