Mi Opinión

27 junio, 2008

II ENCUENTRO INTERRELIGIOSO 5° CONGRESO IDEOLOGICO Y PROGRAMATICO PARTIDO DEMOCRATA CRISTIANO

Padre Tomás Scherz, Vicario Episcopal de la Pastoral Universitaria del Arzobispado de Santiago

Obispo Emiliano Soto, Presidente de la Mesa Ampliada de las Iglesias Evangélicas de Chile

Reverendo Padre Francisco Salvador, Encargado de la Comunidad Cristiana Ortodoxa de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en el club Palestino

Gran Rabino Eduardo Waingortin, Vicepresidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana y Rabino Oficial de la Comunidad Judía de Chile

Imán Muhammad Rumié, Secretario General del Centro Islámico de Chile e Imán de la Mezquita ‘As Salam’

Estimadas Amigas y Amigos:


1. En primer lugar, deseo transmitir a ustedes las excusas de nuestra Presidenta Nacional, Senadora Soledad Alvear por tener que ausentarse de este importante evento.

La Presidenta tuvo que trasladarse a la ciudad de Puerto Montt al Congreso Nacional de Municipalidades, en donde se reúnen los Alcaldes y Concejales del país. Por ello me ha solicitado que los reciba en este Encuentro y pueda compartir con ustedes algunas ideas.

Deseo comenzar entonces dando las gracias.

GRACIAS, por acompañarnos esta noche para compartir su opinión y su visión acerca de las conclusiones del V Congreso Nacional de nuestro partido.

GRACIAS, por su invaluable misión de acompañar a los chilenos en su búsqueda de la fé y por recordarnos las profundas aspiraciones y motivaciones de nuestra acción política.

2. El Partido Demócrata Cristiano aspira a recuperar la confianza de los ciudadanos con una nueva propuesta de desarrollo integral para el país, con crecimiento económico, equidad social y un proyecto político inclusivo, en una apuesta de futuro para lograr el mayor bienestar de los chilenos.

Para ello, nuestro partido ha promovido un proceso de renovación, escuchando a la sociedad chilena para recoger sus opiniones sobre como ven a la Democracia Cristiana, que esperan de la Democracia Cristiana y cuáles son los temas más importantes que debiéramos abordar.

Es muy importante para nuestra organización política que “nunca falten motivos espirituales; que ni la pereza, ni la rutina lastimen nuestra sensibilidad al ideal; que la confusión no oscurezca la claridad de nuestra posición doctrinal de fondo”
[1]. Como decía De Gaulle “la política que no permite soñar esta condenada”.

Es falso que las posiciones idealistas estén destinadas al fracaso; es falso que las posiciones doctrinales sean ineficaces, infecundas. Al contrario, afirmo el infinito valor de las posiciones doctrinales defendidas sin compromisos oprobiosos, como el arma más segura de libertad y como la posibilidad más indiscutible de transformación social

“Porque, la doctrina es el reconocimiento de la preeminencia indiscutible de los valores permanentes y definitivos sobre las contingencias; la inclinación respetuosa ante todo lo que es y dura para siempre, sobre lo que acontece y se esfuma en un momento. No es otra cosa que la subordinación del episodio o de la anécdota al destino”
[2].

3. Este encuentro tan especial conjuga mística y política. La Política puede ser entendida como el actuar humano en el mundo, la actividad humana que busca la construcción y configuración del mundo; actividad desde la mínima hasta la más noble que abre el mundo humano, lo posibilita y lo realiza.

Por otro lado, el deseo humano que inspira toda actividad y empeño, que va más allá de la misma actividad; el deseo de llegar a ser lo que somos, de llegar a realizar nuestro propio ser, esa aspiración a la plenitud, de contemplar nuestro definitivo y auténtico ser; ese anhelo de significado, esa inquietud que hacia afirmar a San Agustín: “Nos hiciste Señor, para ti, y nuestro corazón no descansará hasta que descanse en ti”. A esa inquietud, algunos la han llamado Mística.

Mística y política son, de algún modo, los dos polos constitutivos que sostienen la vida del ser humano. La mística y la política, en sus respectivas referencias: la una, como aspiración y meta, como eternidad; la otra, en tanto que quehacer, como temporalidad. En suma se trata de la relación entre eternidad y tiempo. Y hoy, esta noche se encuentran la Mística y la Política.

4. Uno de los acuerdos de nuestro V Congreso fue “continuar profundizando las relaciones con los diversos credos religiosos del país, para acoger sus propuestas, anhelos y aspiraciones del desarrollo social, económico, político y cultural de nuestro país”
[3].

Nuestras raíces se hunden en la tradición del humanismo cristiano, que desde fines del siglo XIX denunció las injusticias del mundo moderno, invitando a luchar por una nueva sociedad –distinta del liberalismo individualista y del socialismo marxista- a partir del mandato evangélico del amor al prójimo, expresado en los valores de la libertad, la justicia social y la solidaridad. Transformar la realidad social con la fuerza del evangelio fue el impulso de nuestros fundadores.

Asimismo, a lo largo de nuestra historia hemos aprendido a valorar y apoyar el aporte de las iglesias y comunidades religiosas que forman parte de nuestra tradición cultural. Como olvidar la asistencia que presto sin distinción de credos, el Servicio Evangélico para el Desarrollo (SEPADE) y la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC), quienes sufrieron las consecuencias de la dictadura; o la interpelación pública que realizó la Confraternidad Cristiana de Iglesias en 1986 al gobierno de Pinochet para asumir la defensa de los dirigentes sindicales perseguidos.

Hemos experimentado también la fuerza que tiene la acción ecuménica en la defensa de los Derechos Humanos; en muchos casos la acción conjunta detuvo las violaciones que realizaba la dictadura. Tan solo recordar algunas instituciones como el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), el comité Pro Paz y más tarde la Vicaría de la Solidaridad.

Pero además, hoy frente a la complejidad global de una sociedad materialista y consumista; nos proponemos promover un cambio cultural para pasar de una sociedad individualista (de individuos) a una sociedad solidaria (de personas). Para ello, hoy queremos integrar a nuestra visión los aportes de los diferentes credos religiosos, incluyendo en nuestro acervo doctrinario las visiones del judío e islámico.

Somos contrarios a toda forma de discriminación y exclusión en razón de las creencias religiosas de los ciudadanos. En un contexto de creciente secularización, debemos asegurar el respeto por el sentido religioso de las personas y el aporte que hacen las comunidades religiosas en la promoción de valores y prestación de servicios en el ámbito social y educacional.

5. Queremos ser el partido del dialogo interreligioso e intercultural, en el marco de la tolerancia, la diversidad y la pluralidad. Como lo afirma el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe: “El diálogo interreligioso, tiene un especial significado en la construcción de la nueva humanidad: abre caminos inéditos de testimonio cristiano, promueve la libertad y dignidad de los pueblos, estimula la colaboración por el bien común, supera la violencia motivada por actitudes religiosas fundamentalistas, educa a la paz y a la convivencia ciudadana”
[4]

Queremos ser el partido con una clara identidad social-cristiana, fundada en los valores y principios del Humanismo Cristiano y de la Doctrina Social de la Iglesia, que afirma la dignidad de toda persona, lo que obliga al respeto por la vida desde la fecundación hasta la muerte natural. El partido que considera a la persona como el fin y jamás como un medio para lograr un objetivo; reconociendo su naturaleza espiritual y trascendente.

Queremos ser el partido en sintonía con la ciudadanía, cerca de la gente, insertándose en todos los segmentos de la sociedad civil para construir una interlocución directa y así poder transmitir nuestro mensaje y nuestra agenda valórica, social, política y cultural. Por eso, quizás somos el único partido en Chile preocupado de convocar y escuchar las demandas, anhelos y aspiraciones de las Iglesias y los Credos religiosos en nuestro país.

Pero estos desafíos nunca han sido fáciles de concretar menos en la hora actual, en una sociedad que como la describe el sociólogo Gilles Lipovetsky, esta desorientada por la desaparición de los proyectos políticos organizativos, crecen el escepticismo, el alejamiento de los ciudadanos de la cosa pública, la caída de las militancias activas. Son muchos los ciudadanos que se sienten poco afectados por la vida política, no les interesan los programas de los partidos y con confían en nadie para que gobierne el país. Más de seis franceses de cada diez se declaran “muy poco” o “nada” interesados por la política y el caso se repite en más de 70% de los comprendidos en la franja de los 18 – 29 años. Las películas y los partidos de fútbol consiguen audiencias superiores a las de los programas políticos. En la actualidad decepciona más la eliminación de Francia de los Mundiales que el resultado de unas elecciones. De los veinte años en adelante crece la despolitización, que no perdona ni siquiera a los jóvenes licenciados, que acaban de terminar una larga carrera. Amplio desinterés por la política, dedicación a las alegrías privadas: tal es la fórmula químicamente pura del individualismo hipermoderno. Una desafección que, por lo demás, debe menos a la decepción propiamente política que a una cultura global que exalta sin cesar el consumo y la plenitud personal: el sentido de la vida se busca y encuentra ahora donde no está la política.

Esa es la ecuación dramática que queremos romper, para volver a soñar, como lo hicieron los fundadores de este partido, en esa tarea la visión, la crítica, la propuesta de ustedes es insustituible.


LA DEMOCRACIA CRISTIANA QUIERE ESCUCHARLOS PARA PODER SERVIR MEJOR A NUESTROS COMPATRIOTAS.



[1] Manuel Gómez Morín, Fundador del Partido Acción Nacional. 1939. México.
[2] Efraín González Luna, “Humanismo Político”, 1955
[3] Acuerdos del V Congreso Ideológico y Programático. No. 22
[4] “Documento conclusivo” V Conferencia General CELAM, No. 239

23 junio, 2008

La transparencia activa y el patrimonio de las autoridades

En los próximos días la Cámara de Diputados deberá pronunciarse sobre el proyecto de Reforma Constitucional denominado “De la Transparencia, Modernización del Estado y Calidad de la Política”.

Este proyecto de Reforma Constitucional ingresó al trámite legislativo el 6 de diciembre del 2006, recogiendo como elemento esencial para su presentación, el informe que hiciera la comisión sobre probidad que la Presidenta Michelle Bachelet creara con ocasión de diversos actos de corrupción, que conmocionaron, con razón, a la opinión pública (desvío de fondos del deporte para fines personales y políticos, financiamiento de campañas con recursos para los planes de empleo y presentación de facturas falsas con ocasión de rendición de cuentas de campañas políticas).

Ha pasado largo tiempo entre su ingreso y su actual trámite (despachado por la Comisión de Constitución Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados), no ha sido en vano, pues tanto en sede legislativa, como en reuniones fuera del Congreso, se han ido consumando acuerdos que permiten avizorar, a lo menos en la Cámara, su aprobación en la mayoría de los diversos aspectos que contiene.

Entre los elementos esenciales del proyecto, está la reforma del artículo 8 de la Constitución Política de la República en el siguiente sentido: “El Presidente de la República y demás autoridades que una ley orgánica constitucional señale, deberán declarar sus intereses y patrimonio en forma pública, encomendar la administración de sus bienes y obligaciones a terceros y transferir la propiedad de todo o parte de ellos cuando aquella ley así lo exija y en las condiciones y plazos que señale.”

Detengámonos para el presente artículo en la primera parte de este nuevo inciso, que entrega rango constitucional a la publicidad de las declaraciones de interés y patrimonio de las autoridades.

Este agregado tiene su fundamento esencial en el fuerte e indubitado contenido ético que posee la transparencia, entendida esta como un antídoto eficaz a los riesgos de corrupción presentes en cualquier sociedad; por cierto también en la nuestra. Como lo dice el proyecto, la transparencia es profundamente democrática, aquello que no soporte el juicio crítico de una sociedad vigilante, simplemente resulta inaceptable. Es un acto de consecuencia con la idea de una democracia al servicio de las personas, donde quienes ejercen funciones públicas son primero servidores antes que autoridades y los ciudadanos, son primero mandantes antes que súbditos pasivos e indolentes. La transparencia inhibe lo incorrecto y estimula los mejores desempeños. La transparencia entrega información a los ciudadanos, los empodera, los transforma a todos, en cierto modo, en custodios de la fé pública.

Es cierto que desde hace varios años un grupo importante de autoridades están obligados a hacer declaración pública de intereses (1999) y patrimonio (2005), es cierto también que las leyes en su época establecieron que tanto la declaración de intereses, como la de patrimonio son de carácter público, Haber dicho lo contrario habría constituido un absurdo absoluto.

No obstante, respecto de la declaración de patrimonio el Tribunal Constitucional, hizo una declaración interpretativa que restringió la publicidad de la declaración.

En efecto, los ministros del tribunal se dividieron en tres grupos al momento de resolver:

-El entonces ministro Juan Agustín Figueroa, sostuvo que la situación patrimonial de una persona cae dentro del derecho a la privacidad; por lo mismo, el acceso a la información reservada contenida en la declaración, es excepcional.

-El entonces ministro Urbano Marín, por su parte, fue partidario de la más plena publicidad, pues los bienes patrimoniales están fuera de la privacidad. También consideró que los funcionarios están afectos a una normativa estatutaria, que es de obligado cumplimiento para ellos.

-Los ministros José Luis Cea, Juan Colombo Colombo, Eugenio Valenzuela, Marcos Libedinsky y Eleodoro Ortiz, por mayoría, en cambio, estuvieron por que la publicidad de la declaración de patrimonio existiera para terceros, pero sólo si invocaban finalidades legítimas.

Con este fallo, entonces, se restringió el acceso irrestricto a dichas declaraciones. En la práctica, están disponibles en la Contraloría y los distintos organismos, pero su publicidad es restringida pues no pueden ser fotocopiadas y su publicación en las páginas web institucionales depende de lo que decida cada persona u organismo (como lo hicieron la Cámara de Diputados y algunos parlamentarios).

Ello ha traído cuestionamientos para las autoridades que, invocando el derecho a la privacidad, no han hecho pública del todo su declaración de patrimonio, acogiéndose a la interpretación que hizo la mayoría del Tribunal Constitucional. Dichos cuestionamientos se fundan en que la ciudadanía no entiende que la declaración no sea totalmente pública, si la ley así lo establece.

La norma constitucional propuesta tiene por objeto poner termino a esta discusión jurídica, que a mi juicio choca dramáticamente con el objetivo; esencial transparencia activa, y no sujeta a interpretaciones ni mucho menos restricciones. Establecida la publicidad en la propia Constitución, el TC ya no tendrá atribuciones par interpretar su contenido y perderá validez su anterior fallo.


No es bueno para nuestra sociedad que la publicidad de la declaración de patrimonio queden a voluntad de la autoridad obligada, ni al exclusivo ejercicio de un riguroso periodismo investigativo, como recientemente lo ha hecho el Centro de Investigación e Información Periodística (CIPER). La transparencia es una obligación, no un gesto voluntario, no entenderlo así pone un manto de duda, justificado en una sociedad que con plena razón exige actitudes a sus autoridades.