FECH
Agradezco muy sinceramente a mi jefatura de bancada, me haya confiado el honor de representarlos en este homenaje a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, en este Centenario.
No tengo más titulo para ello, que el haber estudiado en la Universidad de Chile, más exactamente en la Facultad de Derecho. Soy un agradecido de dicha posibilidad, más todavía si venia de un mundo familiar y escolar que casi naturalmente me conducía a la otra gran universidad chilena.
Los estudiantes de mediados de la década del 70, pertenecíamos a una Universidad cautiva, como toda la sociedad en aquella época, sin espacios de libertad de opinión, de información, de investigación, donde el pensamiento libre, intentaba ser sustituído por una verdad oficial. ¿Donde más que la casa de Bello, se podía sentir esa falta de aire, en definitiva esa ausencia de universidad en el sentido más profundo del concepto?
Así, aún en esas condiciones, muchos jóvenes universitarios se incentivan en la lucha cotidiana por recuperar espacios, sobre la base de la rica historia de la federación de estudiantes, interrumpida, como tantas otras instituciones en Septiembre del 73. Cuestiones menores miradas retrospectivamente, en aquellos años constituyen, para nosotros hitos sustánciales; un breve acto con solidaridad con el pueblo Nicaragüense, un acto público en el hall central de protesta por la expulsión de un profesor, porque no era afín al régimen, una marcha en contra de la violación de los DDHH, que campeaba en aquellos años, la creación de la Agrupación Cultural Universitaria, uno de cuyos fundadores es el actual Diputado Gabriel Ascencio, la elección democrática de delegados de curso al consejo de la facultad, el haber puesto como nombre a un equipo de football, para una competencia interna de “Ni pega, Ni junta”, mensaje subliminal descubierto por el decanato después de un mes de figura en una visible pizarra, que daba cuenta del resultado del campeonato, eran pequeñas victorias, que poco a poco contribuyeron a que los estudiantes recuperaran su espacio histórico y natural, recuperar la FECH a comienzos de los 80, aquí esta el estudiante de derecho, de esa época, Yerko Ljubetic, a quien le correspondió encabezar, esa tarea. Ninguno de los intentos del régimen, para crear una organización oficial, no democrática, tuvieron éxito, más allá que algunos estudiantes de la época se hubieran prestado para tan incomoda, y poco digna tarea.
Cuento esta breve historia, pues como actor muy secundario fue lo que me tocó vivir, y fue la contribución de mi generación, a la fech del ayer, de hoy y mañana, aquí en este hemiciclo hay actores relevantes de esa generación, y por cierto a otros que más tarde ocuparon altas responsabilidades.
Sí homenajeamos a la federación es necesariamente detenerse en la historia de la patria.
Elegir momentos en que la federación, su historia, se entrecruza con la historia de Chile, no es fácil, pues son múltiples, y no resultaría fácil, por una cuestión de tiempo, y de destacar unos, para omitir otros.
Sin embargo al preparar estas palabras, buscando en Internet, me encontré, con el documento de Darío Oses “Los estudiantes entran en la historia”, que nos relata, él, a su juicio el origen del movimiento estudiantil.
El movimiento estudiantil nace en Chile como consecuencia de una epidemia de peste bubónica. La misma pandemia apocalíptica, que exterminó a la tercera parte de la población europea durante la Edad Media, llegó a comienzos del Siglo XIX a las provincias del norte del país. Allí causó estragos que si bien no fueron tan enormes como los del medioevo, no dejaron de ser considerables.
Una vez más, como había ocurrido cuando se declaraban las grandes epidemias de cólera, tifus y fiebre amarilla, los estudiantes de la facultad de Medicina de la Universidad de Chile, fueron a atender a los enfermos, en hospitales y lazaretos, poniendo en riesgo sus propias vidas. Esta vez también hubo un mártir: el joven Marcos Macuada sucumbió al contagio.
Homenaje bochornoso
Cuando regresaron los estudiantes y para premiar su abnegación, el gobierno organizó una velada de homenaje a ellos en el Teatro Municipal. Al asignar las ubicaciones las autoridades, diplomáticos y figurones surtidos coparon la platea, los palcos y todas las buenas ubicaciones. Se olvidaron de los homenajeados que quedaron relegados a las galerías. Esto desde luego los molestó, y cuando empezaron a llamarlos para entregarles los diplomas y medallas, se negaron a bajar al escenario a recibirlos.
La amplificación de ese gesto de rebeldía llevó a la organización de la Federación de Estudiantes de Chile, Fech, que tendría una importante gravitación en la política nacional..
La Fech nace con un sello de inconformismo frente a la oligarquía y contra los vicios y la retórica de la República parlamentaria impuesta con el triunfo del bando congresista en la guerra civil de 1891. Desde sus primeros años, muestra una vocación contestataria, librepensadora, anticlerical y crítica de la sociedad apoltronada y satisfecha de si misma, de principios del siglo XX.
Hay aquí, en este hecho muy sucintamente relatado, dos improntas que han marcado, indeleblemente, a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile; vocación de servicio, entrega a los más carenciados, la historia más reciente singulariza diversos hechos de compromiso universitario en causas sociales, en momentos duros de la Patria, pero también; hay un sello de rebeldía frente al conformismo y las malas practicas, que también acompañaría la historia del movimiento universitario, tanto de nuestra casa de estudio, como de otras federaciones que fueron surgiendo.
Es cierto que la década recién pasada hubo claros signos de agotamiento, a lo menos desde la mirada de un profesional ya egresado hace tiempo, el individualismo imperante, el surgimiento de otros movimientos de alta convocatoria, un reproche a veces facilista, a la actividad política, fueron quizás causalidades habilitantes de la consecuencia descrita.
Sin embargo, los últimos años renuevan las esperanzas, pues las más recientes conducciones, se ven claramente comprometidas en intentar recuperar aquel rol preponderante en el devenir de la Patria, saludamos el naciente esfuerzo, consistente y valioso.
Al terminar estas palabras, un saludo agradecido a todos quienes, en distintas épocas condujeron la FECH, y que se encuentran en las tribunas, y si me lo permiten a algunos, en particular un saludo en la fraternidad democratacristiana.
Juventud Chilena Adelante.
No tengo más titulo para ello, que el haber estudiado en la Universidad de Chile, más exactamente en la Facultad de Derecho. Soy un agradecido de dicha posibilidad, más todavía si venia de un mundo familiar y escolar que casi naturalmente me conducía a la otra gran universidad chilena.
Los estudiantes de mediados de la década del 70, pertenecíamos a una Universidad cautiva, como toda la sociedad en aquella época, sin espacios de libertad de opinión, de información, de investigación, donde el pensamiento libre, intentaba ser sustituído por una verdad oficial. ¿Donde más que la casa de Bello, se podía sentir esa falta de aire, en definitiva esa ausencia de universidad en el sentido más profundo del concepto?
Así, aún en esas condiciones, muchos jóvenes universitarios se incentivan en la lucha cotidiana por recuperar espacios, sobre la base de la rica historia de la federación de estudiantes, interrumpida, como tantas otras instituciones en Septiembre del 73. Cuestiones menores miradas retrospectivamente, en aquellos años constituyen, para nosotros hitos sustánciales; un breve acto con solidaridad con el pueblo Nicaragüense, un acto público en el hall central de protesta por la expulsión de un profesor, porque no era afín al régimen, una marcha en contra de la violación de los DDHH, que campeaba en aquellos años, la creación de la Agrupación Cultural Universitaria, uno de cuyos fundadores es el actual Diputado Gabriel Ascencio, la elección democrática de delegados de curso al consejo de la facultad, el haber puesto como nombre a un equipo de football, para una competencia interna de “Ni pega, Ni junta”, mensaje subliminal descubierto por el decanato después de un mes de figura en una visible pizarra, que daba cuenta del resultado del campeonato, eran pequeñas victorias, que poco a poco contribuyeron a que los estudiantes recuperaran su espacio histórico y natural, recuperar la FECH a comienzos de los 80, aquí esta el estudiante de derecho, de esa época, Yerko Ljubetic, a quien le correspondió encabezar, esa tarea. Ninguno de los intentos del régimen, para crear una organización oficial, no democrática, tuvieron éxito, más allá que algunos estudiantes de la época se hubieran prestado para tan incomoda, y poco digna tarea.
Cuento esta breve historia, pues como actor muy secundario fue lo que me tocó vivir, y fue la contribución de mi generación, a la fech del ayer, de hoy y mañana, aquí en este hemiciclo hay actores relevantes de esa generación, y por cierto a otros que más tarde ocuparon altas responsabilidades.
Sí homenajeamos a la federación es necesariamente detenerse en la historia de la patria.
Elegir momentos en que la federación, su historia, se entrecruza con la historia de Chile, no es fácil, pues son múltiples, y no resultaría fácil, por una cuestión de tiempo, y de destacar unos, para omitir otros.
Sin embargo al preparar estas palabras, buscando en Internet, me encontré, con el documento de Darío Oses “Los estudiantes entran en la historia”, que nos relata, él, a su juicio el origen del movimiento estudiantil.
El movimiento estudiantil nace en Chile como consecuencia de una epidemia de peste bubónica. La misma pandemia apocalíptica, que exterminó a la tercera parte de la población europea durante la Edad Media, llegó a comienzos del Siglo XIX a las provincias del norte del país. Allí causó estragos que si bien no fueron tan enormes como los del medioevo, no dejaron de ser considerables.
Una vez más, como había ocurrido cuando se declaraban las grandes epidemias de cólera, tifus y fiebre amarilla, los estudiantes de la facultad de Medicina de la Universidad de Chile, fueron a atender a los enfermos, en hospitales y lazaretos, poniendo en riesgo sus propias vidas. Esta vez también hubo un mártir: el joven Marcos Macuada sucumbió al contagio.
Homenaje bochornoso
Cuando regresaron los estudiantes y para premiar su abnegación, el gobierno organizó una velada de homenaje a ellos en el Teatro Municipal. Al asignar las ubicaciones las autoridades, diplomáticos y figurones surtidos coparon la platea, los palcos y todas las buenas ubicaciones. Se olvidaron de los homenajeados que quedaron relegados a las galerías. Esto desde luego los molestó, y cuando empezaron a llamarlos para entregarles los diplomas y medallas, se negaron a bajar al escenario a recibirlos.
La amplificación de ese gesto de rebeldía llevó a la organización de la Federación de Estudiantes de Chile, Fech, que tendría una importante gravitación en la política nacional..
La Fech nace con un sello de inconformismo frente a la oligarquía y contra los vicios y la retórica de la República parlamentaria impuesta con el triunfo del bando congresista en la guerra civil de 1891. Desde sus primeros años, muestra una vocación contestataria, librepensadora, anticlerical y crítica de la sociedad apoltronada y satisfecha de si misma, de principios del siglo XX.
Hay aquí, en este hecho muy sucintamente relatado, dos improntas que han marcado, indeleblemente, a la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile; vocación de servicio, entrega a los más carenciados, la historia más reciente singulariza diversos hechos de compromiso universitario en causas sociales, en momentos duros de la Patria, pero también; hay un sello de rebeldía frente al conformismo y las malas practicas, que también acompañaría la historia del movimiento universitario, tanto de nuestra casa de estudio, como de otras federaciones que fueron surgiendo.
Es cierto que la década recién pasada hubo claros signos de agotamiento, a lo menos desde la mirada de un profesional ya egresado hace tiempo, el individualismo imperante, el surgimiento de otros movimientos de alta convocatoria, un reproche a veces facilista, a la actividad política, fueron quizás causalidades habilitantes de la consecuencia descrita.
Sin embargo, los últimos años renuevan las esperanzas, pues las más recientes conducciones, se ven claramente comprometidas en intentar recuperar aquel rol preponderante en el devenir de la Patria, saludamos el naciente esfuerzo, consistente y valioso.
Al terminar estas palabras, un saludo agradecido a todos quienes, en distintas épocas condujeron la FECH, y que se encuentran en las tribunas, y si me lo permiten a algunos, en particular un saludo en la fraternidad democratacristiana.
Juventud Chilena Adelante.