Entre San Miguel y los Cajeros Automáticos
Hace algún tiempo leí un libro patrocinado por el Consejo General del Poder Judicial español, sobre las penas y las alternativas a la prisión, de allí recuerdo una frase dura, pero real que decía “quién haya visitado los patios de, al menos, cuatro prisiones, sabe perfectamente de lo que hablamos. La cárcel es el espacio institucional, que recibe el fracaso social; la pobreza, la marginación, la ausencia de educación no violenta e igualitario, la enfermedad mental, las toxicomanías y las consecuencias de esta sociedad consumista, de gratificación inmediata”
Mutatis mutandi, sin duda la aseveración es perfectamente aplicable a nuestra propia realidad.
La pregunta esencial e ineludible es que hacemos como sociedad para revertir la situación descrita.
La respuesta honesta es, que poco o nada.
El Gobierno por medio de su Ministro de Justicia ha planteado algunas medidas, para lo que denomina “El uso racional de la cárcel”, de ello surge tácitamente que hasta la fecha ha existido un uso irracional de la misma. Comparto esa lectura.
Llama poderosamente la atención que sea este gobierno el que ponga este tema en la agenda pública. El mismo gobierno, que cuando fue oposición y cuando hizo campaña, estableció como elemento central de su programa, la cárcel, como eje fundamental de sus políticas de seguridad pública, recuérdese simplemente, el slogan “se acabo el recreo a los delincuentes”, o aquello de poner “candado a la puerta”.
Qué ocurrió para justificar este giro?
A mi juicio un hecho, el más dramático y doloroso que recuerda la triste historia carcelaria de Chile; El incendio de la cárcel de San Miguel y los 81 chilenos que allí murieron, como consecuencia del hacinamiento, de la imprevisión y según parece de acuerdo a la investigación del Ministerio Público, de la negligencia de quienes debían cuidarlos.
Allí esta la causa basal del debate actual. Recuérdese que pocos meses antes del dramático 8 de diciembre, la Iglesia Católica había propuesto un indulto general, la respuesta, casi unánime fue un portazo sonoro.
Con posterioridad al incendio de San Miguel el Director de Gendarmería, señalaba que los recursos fiscales no eran suficientes para dar alimentación digna a los presos, de esa manera justificaba el uso de balones de gas para que los reos se prepararan su propia comida. Tal déficit no fue objeto de discusión alguna durante la tramitación del presupuesto 2011, ni de parte del ejecutivo, ni de los parlamentarios, incluido el suscrito.
Creo que el cambio de política propuesta por el Ministerio de Justicia, es positiva y valorable, y ello más allá de la que sostenía el gobierno no hace tanto.
La oposición debe concurrir en un gran acuerdo nacional sobre esta materia, y dejar atrás cualquier tentación de sacar partido político al trecho gigantesco que hay entre el discurso propagandístico de ayer y la dura realidad de hoy.
Este gobierno a contrario de los anteriores encontrará una oposición dispuesta a construir un sistema distinto, tengo la convicción que ello ocurrirá así
Perfeccionamiento de Gendarmería, construcción de nuevas cárceles, fortalecimiento de las penas alternativas a la prisión, fortalecimiento de las medidas de reinserción y rehabilitación, y modificación de la legislación para lograr un uso racional de los recintos carcelarios, son las medidas asumidas, que más allá de la discusión del detalle jurídico debieran ser una base sólida de acuerdo, de largo alcance.
Desgraciadamente, la semana pasada el gobierno, ahora a través del Ministro del Interior, da una señal en la dirección opuesta, del uso “racional de la cárcel”. En efecto anuncia, con una simpleza ramplona, que el crecimiento del robo a cajeros automáticos, lo combatirá con un aumento sustancial de penas. Repetimos la historia, ayer fue el robo hormiga en los supermercados, la modificación del código procesal penal en materia de medidas cautelares.
La tarea de bajar el delito de robo de dispensadores de dinero, tiene que ver con menor impunidad sobre la base de exigir a nuestras policías prevención, exigir a los bancos – utilidades tienen - medidas de seguridad, ubicación racional de los cajeros automáticos, etc., así por lo demás años atrás se logro bajar este tipo de delitos.
No se puede al mismo tiempo implementar políticas de uso racional de las cárceles y paralelamente crear condiciones para llenarlas.
A ponerse de acuerdo.
Mutatis mutandi, sin duda la aseveración es perfectamente aplicable a nuestra propia realidad.
La pregunta esencial e ineludible es que hacemos como sociedad para revertir la situación descrita.
La respuesta honesta es, que poco o nada.
El Gobierno por medio de su Ministro de Justicia ha planteado algunas medidas, para lo que denomina “El uso racional de la cárcel”, de ello surge tácitamente que hasta la fecha ha existido un uso irracional de la misma. Comparto esa lectura.
Llama poderosamente la atención que sea este gobierno el que ponga este tema en la agenda pública. El mismo gobierno, que cuando fue oposición y cuando hizo campaña, estableció como elemento central de su programa, la cárcel, como eje fundamental de sus políticas de seguridad pública, recuérdese simplemente, el slogan “se acabo el recreo a los delincuentes”, o aquello de poner “candado a la puerta”.
Qué ocurrió para justificar este giro?
A mi juicio un hecho, el más dramático y doloroso que recuerda la triste historia carcelaria de Chile; El incendio de la cárcel de San Miguel y los 81 chilenos que allí murieron, como consecuencia del hacinamiento, de la imprevisión y según parece de acuerdo a la investigación del Ministerio Público, de la negligencia de quienes debían cuidarlos.
Allí esta la causa basal del debate actual. Recuérdese que pocos meses antes del dramático 8 de diciembre, la Iglesia Católica había propuesto un indulto general, la respuesta, casi unánime fue un portazo sonoro.
Con posterioridad al incendio de San Miguel el Director de Gendarmería, señalaba que los recursos fiscales no eran suficientes para dar alimentación digna a los presos, de esa manera justificaba el uso de balones de gas para que los reos se prepararan su propia comida. Tal déficit no fue objeto de discusión alguna durante la tramitación del presupuesto 2011, ni de parte del ejecutivo, ni de los parlamentarios, incluido el suscrito.
Creo que el cambio de política propuesta por el Ministerio de Justicia, es positiva y valorable, y ello más allá de la que sostenía el gobierno no hace tanto.
La oposición debe concurrir en un gran acuerdo nacional sobre esta materia, y dejar atrás cualquier tentación de sacar partido político al trecho gigantesco que hay entre el discurso propagandístico de ayer y la dura realidad de hoy.
Este gobierno a contrario de los anteriores encontrará una oposición dispuesta a construir un sistema distinto, tengo la convicción que ello ocurrirá así
Perfeccionamiento de Gendarmería, construcción de nuevas cárceles, fortalecimiento de las penas alternativas a la prisión, fortalecimiento de las medidas de reinserción y rehabilitación, y modificación de la legislación para lograr un uso racional de los recintos carcelarios, son las medidas asumidas, que más allá de la discusión del detalle jurídico debieran ser una base sólida de acuerdo, de largo alcance.
Desgraciadamente, la semana pasada el gobierno, ahora a través del Ministro del Interior, da una señal en la dirección opuesta, del uso “racional de la cárcel”. En efecto anuncia, con una simpleza ramplona, que el crecimiento del robo a cajeros automáticos, lo combatirá con un aumento sustancial de penas. Repetimos la historia, ayer fue el robo hormiga en los supermercados, la modificación del código procesal penal en materia de medidas cautelares.
La tarea de bajar el delito de robo de dispensadores de dinero, tiene que ver con menor impunidad sobre la base de exigir a nuestras policías prevención, exigir a los bancos – utilidades tienen - medidas de seguridad, ubicación racional de los cajeros automáticos, etc., así por lo demás años atrás se logro bajar este tipo de delitos.
No se puede al mismo tiempo implementar políticas de uso racional de las cárceles y paralelamente crear condiciones para llenarlas.
A ponerse de acuerdo.