Mi Opinión

12 abril, 2011

Gasto en Defensa

El diario El País, en su edición para Latino América, sobre la base de un estudio de una ONG dedicada a temas de defensa, trae una mala noticia. En efecto mientras el mundo, en general, durante el 2010, gastó menos dinero en armas, la excepción Sudamérica hizo lo contrario, aquí el gasto en defensa subió, llegando para nada despreciable cantidad de U$ 63.000 millones. Luego de Brasil y Colombia, ocupamos el 3º lugar como quienes destinan mayor porcentaje del gasto público en defensa. Sin duda es una mala noticia, ser la región que muestra un índice de aumento, particularmente si constituye una navegación contra corriente. Es cierto que no resulta una tarea fácil revertir los índices de gasto, ello requiere no solo de decisiones unilaterales, sino principalmente de acuerdos multilaterales. Pero no hay duda que nuestro continente debe poner el punto en debate, más allá de las dificultades. Sería altamente positivo que nuestro país asumiera un rol protagónico al respecto. A lo menos en política domestica, debiéramos acelerar, de una vez por toda, la discusión sobre nuestra formula de financimiento del gasto militar. Nuestra actual situación (ley secreta del cobre) no da para más, dicha fórmula no pasa prueba alguna de estándares de transparencia y de democracia. Bajo la administración de Michelle Bachelet, se ingresó una interesante propuesta, recogiendo iniciativas parlamentarias en la que me ha correspondido participar, entre otros, desde hace una década. El actual gobierno decidió no insistir en esta propuesta – reconozco que hubo de parte de personeros de la Concertación poca claridad y entusiasmo , y en su lugar, primero anunció una propuesta para el 2010, sin que cumpliera, hoy señala que antes del 21 de mayo ingresará al Congreso la iniciativa, ojala así sea. El Ministro Allamand, tiene una gran oportunidad de dar un paso definitivo en esta materia, estamos abiertos a discutir la propuesta y de una vez para siempre, contribuir a un sistema de financiamiento, por cierto indispensable, pero transparente, democrático, donde el Congreso tenga opinión, y no sea un mero buzón de parciales informaciones.