Exposición: Desafíos de la transparencia pública y privada
“Una visión desde la Política”
De las diversas acepciones de la palabra transparencia, me permito elegir aquella que la define como “lo claro, evidente, que se comprende sin duda, ni ambigüedad”.
Entendida así la transparencia para el desafío que nos ocupa en esta sección del seminario, creo que está constituye el mejor antídoto para luchar en contra de la corrupción.
- A mayor transparencia en las decisiones en lo público o lo privado, menos riesgo de corrupción.
- Soy de los que estimo que nuestra sociedad es aún poco transparente, creo también que en los últimos años, probablemente en la última década, hemos avanzado mucho en transparencia, pero sin duda el trecho de progreso aún es largo.
- Pienso también que nuestra sociedad, cuando es calificada como una donde la corrupción esta acotada, y no constituye una conducta generalizada, impune o desmadrada, esta siendo correctamente calificada por los organismos internacionales que se dedican a estas evaluaciones.
Probablemente nuestras calificaciones mejoraran si somos capaces de avanzar con rapidez y decisión en políticas públicas y privadas que redunden en más transparencia.
Como se trata de combatir, prevenir la corrupción, es bueno nos detengamos aunque sea un par de minutos, en la comprensión del hecho y ciertos elementos para el discernimiento. (obtenido de informe Ethos publicación de la Univ. Alberto Hurtado)
1. ¿qué es la corrupción? La palabra corromper significa alterar y trastocar la forma de alguna cosa, y tiene su raíz en la palabra latina corrumpere que, a su vez, se compone de cum (junto) y rumpere (romper). Por consiguiente, etimológicamente, la palabra corrupción implica una alteración viciosa de un original realizada con complicidad. En otras palabras, se expresa la idea de un acto que altera el estado de las cosas, mediante una complicidad de otro agente.
2. Se piensa que fue Joseph A. Centuria (1931) quien definió la corrupción como el abuso de la función pública en pos de un beneficio privado. Por tanto, la comprensión del término se redujo a la esfera pública, señalando una conducta motivada por intereses personales mediante una acción indebida (abuso). Así, se distingue entre: (a) cohecho, un intercambio voluntario de prestación y contraprestación entre los actores para beneficio mutuo (la relación entre soborno y sobornado); (b) extorsión, una coacción para obtener un beneficio; (c) malversación, el uso indebido de fondos públicos; (d) peculado, el hurto de fondos públicos; y (e) nepotismo, la discriminación ilícita de personas para el acceso a un cargo público o a las prestaciones de los mismo basándose en razones de parentesco, amistad u otra afinidad.
3. Éticamente, la corrupción dice relación al abuso de poder (político, económico, medial, etc.) para provecho personal (o de un grupo). Aunque, de por sí, no existe una relación necesaria entre poder y corrupción, es del todo evidente que en una situación de poder se multiplican las posibilidades de ejercerla. “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” (Lord Acton, carta al obispo Mandell Creighton, 3 de abril de 1887), ya que “el poder sin limites tiende a corromper las mentes de aquellos que lo poseen” (William Pitt, discurso del 9 de enero de 1770). (Los chilenos podemos dar fé que eso les pasa a los dictadores)
4. En la esfera pública, la corrupción genera en la sociedad una desconfianza sistemática frente a las instituciones estatales. Esta creciente sospecha constituye uno de los costos más graves porque quebranta la relación entre el ciudadano y la institución, con el resultado de privatizar la función pública. En otras palabras, el individuo (o un grupo social) toma en sus manos las funciones delegadas en el poder público en el momento en que se desconfía sistemáticamente de la honradez o la imparcialidad de las personas que representan a las instituciones estatales. Este distanciamiento de la sociedad civil frente al aparato del estado hace del fenómeno de la corrupción un proceso vertiginoso, ya que en la medida que avanza se hace más difícil re – establecer una relación de confianza y de credibilidad entre ambos (En nuestro barrio ello sucede y en varios países).
5. También la ineficiencia burocrática genera la corrupción como medio de supervivencia en una sociedad. En la medida que para el ciudadano le resulta casi imposible la consecución de beneficios acudiendo a las reglas establecidas, entonces recurrirá a otros medios para ello que le resultarán eficaces. Todavía más grave es el fenómeno de la corrupción como rasgo cultural, cuando llega a formar parte del mismo sistema, una manera de funcionar dentro de él, un modo de proceder aceptado y aceptable, con tal que se haga en la práctica pero se niegue en la formalidad. Se hace en privado pero no se confiesa en público.
6. La presencia, culturalmente aceptada, del clasismo genera también situaciones de corrupción. Así, la sola presencia del recinto penitenciario de Capuchinos deja patente que no es verdad que todos los ciudadanos son iguales frente a la ley, porque, en el caso de imputados (con exclusión de algunos delitos, como son los de sangre), la capacidad adquisitiva permite postular a un lugar privilegiado con bastantes comodidades. ¿Es éticamente razonable que, frente a imputados por un mismo delito, haya lugares distintos cuyo destino dependa tan sólo del poder económico? ¿Es éticamente justo que una persona imputada por fraude, que ha dejado miles de personas en penuria, reciba un trato privilegiado? Ciertamente, es un desafío de cualquier sociedad que las cárceles tengan condiciones humanamente dignas para todos, pero no es éticamente aceptable comprar esta posibilidad porque crea, además, discriminación.
7. La corrupción atenta contra dos grandes valores claves para la convivencia: la verdad y la justicia. La corrupción es una mentira social porque se abusa del poder, sea este público o privado. El poder es una posición de servicio y, por ello, abusar de él contradice su razón de ser. No se puede asumir un poder para auto servirse, ya que, en aquel mismo momento, se explota a otros, justamente para servir los propios intereses a costa de los demás.
8. La verdad es constitutiva de los humano porque permite el auto conocimiento (sólo en la verdad puede una persona conocerse y re – conocerse por lo que realmente es) y la relación con los demás (sólo en la verdad puede haber autentica comunicación entre personas). Por consiguiente, el ethos de la verdad constituye un imperativo ético que posibilita lo humano en su auto realización en la apertura hacia el otro. Sin veracidad no es posible construir sociedad. La corrupción quiebra este pilar constitutivo de lo humano, porque falsifica al corrupto y sus relaciones sociales.
9. La definición clásica de justicia señala el imperativo ético de dar a cada uno lo que le corresponde por derecho. La corrupción se apropia de bienes ajenos, y, por ello, afecta negativamente al otro. En el caso del robo al fisco, es el Estado que se empobrece y, a su vez, esto tiene una incidencia directa sobre los ciudadanos al ver limitadas sus posibilidades de tener parte en los beneficios generados a la sociedad. Así, la corrupción es una mentira que conduce al robo. El corrupto miente y roba.
10. Frente a la errada comprensión de una ética cristiana limitada al campo de lo privado, se hace necesario recordar las experiencias éticas sociales establecidas por la Iglesia Católica, cuando señala una serie de comportamientos que son incompatibles con el respeto debido a la dignidad humana: el robo, el fraude comercial, los salarios injustos, la alza de precios especulando sobre el desconocimiento y las necesidades ajenas, la apropiación y el uso privado de bienes sociales de una empresa, los trabajos mal realizados, los fraudes fiscales, la falsificación de cheques y de facturas, los gastos excesivos, el derroche, etc.
Sin embargo, la lucha contra la corrupción no puede llevar una especie de caza indiscriminada de brujas. En primer lugar, es preciso reiterar el principio de que toda persona tiene derecho a su buen nombre, y, por ello, es indispensable probar su culpabilidad antes de que el aludido tenga que defender su inocencia. Al respecto, los mensajes mediales tienen mucha responsabilidad porque, lamentablemente, cualquier rostro que parece en las noticias relacionados con estos casos queda socialmente marcado. Es responsabilidad irrenunciable de los medios dejar en claro y distinguir entre una declaración frente al juez, y un condenado. Entre una sospecha y una condena existe una gran diferencia. La falta de distinción entre ambas situaciones puede conducir a la difamación y a la calumnia.
11. La lucha contra la corrupción no es tarea sólo del Estado sino es una responsabilidad de todo ciudadano. Cada ciudadano tiene el desafío de contribuir a una cultura de la honradez para que se impida, o, por lo menos, dificulte la degeneración de la convivencia cívica en un mercado de favores pagados. El auténtico patriotismo se expresa en una sociedad solidaria donde el bien común no se confunde con el aprovechamiento personal. La honradez es una exigencia cívica elemental.
12. La lucha contra la corrupción también constituye un compromiso del sector privado. No se trata de que en el derecho público se hace lo permitido y en el derecho privado no se hace lo prohibido. La presencia del cohecho involucra necesariamente la participación de actores privados y públicos. Pero, de manera aún más urgente, la campaña contra la corrupción implica enfrentarse contra la picardía nacional que se expresa en lo cotidiano (el avivarse en las filas, dar vuelto de menos y recibir vuelto de más, hacerse pasar por alguien importante, pretender ser amigo de personas públicas e influyentes,…)
¿Qué debe hacer un legislador, - en definitiva entiendo que a responder esto, he sido invitado a este seminario – para mejorar nuestros estándares de transparencia, y así evitar con el mejor éxito posible la corrupción?
Les cuento en breve en lo que yo me he involucrado, preferentemente en estos años de trabajo parlamentario,
· Lobby
· Unidad de Análisis Financiero
· Desclasificación de leyes secretas
· Declaración pública de patrimonio
· Comisiones investigadoras
· Contratación de abogados
Pero no sólo legislar, o intentar hacerlo, también es indispensable ejecutar ciertos conductas públicas, que no deben esperar ser obligatorios (página Web, declaración de patrimonio, declaración de impuestos, publicación de agenda)
A veces pareciera que hubiéramos caído en una especie de depresión colectiva porque ha quedado en evidencia que la sociedad no está exenta de la corrupción. Ahora bien, lo esencial es descubrir las causas, distinguir los casos y aplicar el remedio correspondiente. Por consiguiente, la pregunta no es si Chile es un país corrupto sino cómo superar estas manifestaciones. No se está frente a una catástrofe nacional, porque, todo lo contrario, puede ser una ocasión privilegiada para el futuro del país, si, de verdad, existe una voluntad política y un compromiso ciudadano. La corrupción tiene su raíz en la fragilidad de la condición humana, y, por ello, precisa de soluciones, personales e institucionales, que rectifiquen esta grave injusticia humana, allí la transparencia tiene un papel esencial e insustituible.
De las diversas acepciones de la palabra transparencia, me permito elegir aquella que la define como “lo claro, evidente, que se comprende sin duda, ni ambigüedad”.
Entendida así la transparencia para el desafío que nos ocupa en esta sección del seminario, creo que está constituye el mejor antídoto para luchar en contra de la corrupción.
- A mayor transparencia en las decisiones en lo público o lo privado, menos riesgo de corrupción.
- Soy de los que estimo que nuestra sociedad es aún poco transparente, creo también que en los últimos años, probablemente en la última década, hemos avanzado mucho en transparencia, pero sin duda el trecho de progreso aún es largo.
- Pienso también que nuestra sociedad, cuando es calificada como una donde la corrupción esta acotada, y no constituye una conducta generalizada, impune o desmadrada, esta siendo correctamente calificada por los organismos internacionales que se dedican a estas evaluaciones.
Probablemente nuestras calificaciones mejoraran si somos capaces de avanzar con rapidez y decisión en políticas públicas y privadas que redunden en más transparencia.
Como se trata de combatir, prevenir la corrupción, es bueno nos detengamos aunque sea un par de minutos, en la comprensión del hecho y ciertos elementos para el discernimiento. (obtenido de informe Ethos publicación de la Univ. Alberto Hurtado)
1. ¿qué es la corrupción? La palabra corromper significa alterar y trastocar la forma de alguna cosa, y tiene su raíz en la palabra latina corrumpere que, a su vez, se compone de cum (junto) y rumpere (romper). Por consiguiente, etimológicamente, la palabra corrupción implica una alteración viciosa de un original realizada con complicidad. En otras palabras, se expresa la idea de un acto que altera el estado de las cosas, mediante una complicidad de otro agente.
2. Se piensa que fue Joseph A. Centuria (1931) quien definió la corrupción como el abuso de la función pública en pos de un beneficio privado. Por tanto, la comprensión del término se redujo a la esfera pública, señalando una conducta motivada por intereses personales mediante una acción indebida (abuso). Así, se distingue entre: (a) cohecho, un intercambio voluntario de prestación y contraprestación entre los actores para beneficio mutuo (la relación entre soborno y sobornado); (b) extorsión, una coacción para obtener un beneficio; (c) malversación, el uso indebido de fondos públicos; (d) peculado, el hurto de fondos públicos; y (e) nepotismo, la discriminación ilícita de personas para el acceso a un cargo público o a las prestaciones de los mismo basándose en razones de parentesco, amistad u otra afinidad.
3. Éticamente, la corrupción dice relación al abuso de poder (político, económico, medial, etc.) para provecho personal (o de un grupo). Aunque, de por sí, no existe una relación necesaria entre poder y corrupción, es del todo evidente que en una situación de poder se multiplican las posibilidades de ejercerla. “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” (Lord Acton, carta al obispo Mandell Creighton, 3 de abril de 1887), ya que “el poder sin limites tiende a corromper las mentes de aquellos que lo poseen” (William Pitt, discurso del 9 de enero de 1770). (Los chilenos podemos dar fé que eso les pasa a los dictadores)
4. En la esfera pública, la corrupción genera en la sociedad una desconfianza sistemática frente a las instituciones estatales. Esta creciente sospecha constituye uno de los costos más graves porque quebranta la relación entre el ciudadano y la institución, con el resultado de privatizar la función pública. En otras palabras, el individuo (o un grupo social) toma en sus manos las funciones delegadas en el poder público en el momento en que se desconfía sistemáticamente de la honradez o la imparcialidad de las personas que representan a las instituciones estatales. Este distanciamiento de la sociedad civil frente al aparato del estado hace del fenómeno de la corrupción un proceso vertiginoso, ya que en la medida que avanza se hace más difícil re – establecer una relación de confianza y de credibilidad entre ambos (En nuestro barrio ello sucede y en varios países).
5. También la ineficiencia burocrática genera la corrupción como medio de supervivencia en una sociedad. En la medida que para el ciudadano le resulta casi imposible la consecución de beneficios acudiendo a las reglas establecidas, entonces recurrirá a otros medios para ello que le resultarán eficaces. Todavía más grave es el fenómeno de la corrupción como rasgo cultural, cuando llega a formar parte del mismo sistema, una manera de funcionar dentro de él, un modo de proceder aceptado y aceptable, con tal que se haga en la práctica pero se niegue en la formalidad. Se hace en privado pero no se confiesa en público.
6. La presencia, culturalmente aceptada, del clasismo genera también situaciones de corrupción. Así, la sola presencia del recinto penitenciario de Capuchinos deja patente que no es verdad que todos los ciudadanos son iguales frente a la ley, porque, en el caso de imputados (con exclusión de algunos delitos, como son los de sangre), la capacidad adquisitiva permite postular a un lugar privilegiado con bastantes comodidades. ¿Es éticamente razonable que, frente a imputados por un mismo delito, haya lugares distintos cuyo destino dependa tan sólo del poder económico? ¿Es éticamente justo que una persona imputada por fraude, que ha dejado miles de personas en penuria, reciba un trato privilegiado? Ciertamente, es un desafío de cualquier sociedad que las cárceles tengan condiciones humanamente dignas para todos, pero no es éticamente aceptable comprar esta posibilidad porque crea, además, discriminación.
7. La corrupción atenta contra dos grandes valores claves para la convivencia: la verdad y la justicia. La corrupción es una mentira social porque se abusa del poder, sea este público o privado. El poder es una posición de servicio y, por ello, abusar de él contradice su razón de ser. No se puede asumir un poder para auto servirse, ya que, en aquel mismo momento, se explota a otros, justamente para servir los propios intereses a costa de los demás.
8. La verdad es constitutiva de los humano porque permite el auto conocimiento (sólo en la verdad puede una persona conocerse y re – conocerse por lo que realmente es) y la relación con los demás (sólo en la verdad puede haber autentica comunicación entre personas). Por consiguiente, el ethos de la verdad constituye un imperativo ético que posibilita lo humano en su auto realización en la apertura hacia el otro. Sin veracidad no es posible construir sociedad. La corrupción quiebra este pilar constitutivo de lo humano, porque falsifica al corrupto y sus relaciones sociales.
9. La definición clásica de justicia señala el imperativo ético de dar a cada uno lo que le corresponde por derecho. La corrupción se apropia de bienes ajenos, y, por ello, afecta negativamente al otro. En el caso del robo al fisco, es el Estado que se empobrece y, a su vez, esto tiene una incidencia directa sobre los ciudadanos al ver limitadas sus posibilidades de tener parte en los beneficios generados a la sociedad. Así, la corrupción es una mentira que conduce al robo. El corrupto miente y roba.
10. Frente a la errada comprensión de una ética cristiana limitada al campo de lo privado, se hace necesario recordar las experiencias éticas sociales establecidas por la Iglesia Católica, cuando señala una serie de comportamientos que son incompatibles con el respeto debido a la dignidad humana: el robo, el fraude comercial, los salarios injustos, la alza de precios especulando sobre el desconocimiento y las necesidades ajenas, la apropiación y el uso privado de bienes sociales de una empresa, los trabajos mal realizados, los fraudes fiscales, la falsificación de cheques y de facturas, los gastos excesivos, el derroche, etc.
Sin embargo, la lucha contra la corrupción no puede llevar una especie de caza indiscriminada de brujas. En primer lugar, es preciso reiterar el principio de que toda persona tiene derecho a su buen nombre, y, por ello, es indispensable probar su culpabilidad antes de que el aludido tenga que defender su inocencia. Al respecto, los mensajes mediales tienen mucha responsabilidad porque, lamentablemente, cualquier rostro que parece en las noticias relacionados con estos casos queda socialmente marcado. Es responsabilidad irrenunciable de los medios dejar en claro y distinguir entre una declaración frente al juez, y un condenado. Entre una sospecha y una condena existe una gran diferencia. La falta de distinción entre ambas situaciones puede conducir a la difamación y a la calumnia.
11. La lucha contra la corrupción no es tarea sólo del Estado sino es una responsabilidad de todo ciudadano. Cada ciudadano tiene el desafío de contribuir a una cultura de la honradez para que se impida, o, por lo menos, dificulte la degeneración de la convivencia cívica en un mercado de favores pagados. El auténtico patriotismo se expresa en una sociedad solidaria donde el bien común no se confunde con el aprovechamiento personal. La honradez es una exigencia cívica elemental.
12. La lucha contra la corrupción también constituye un compromiso del sector privado. No se trata de que en el derecho público se hace lo permitido y en el derecho privado no se hace lo prohibido. La presencia del cohecho involucra necesariamente la participación de actores privados y públicos. Pero, de manera aún más urgente, la campaña contra la corrupción implica enfrentarse contra la picardía nacional que se expresa en lo cotidiano (el avivarse en las filas, dar vuelto de menos y recibir vuelto de más, hacerse pasar por alguien importante, pretender ser amigo de personas públicas e influyentes,…)
¿Qué debe hacer un legislador, - en definitiva entiendo que a responder esto, he sido invitado a este seminario – para mejorar nuestros estándares de transparencia, y así evitar con el mejor éxito posible la corrupción?
Les cuento en breve en lo que yo me he involucrado, preferentemente en estos años de trabajo parlamentario,
· Lobby
· Unidad de Análisis Financiero
· Desclasificación de leyes secretas
· Declaración pública de patrimonio
· Comisiones investigadoras
· Contratación de abogados
Pero no sólo legislar, o intentar hacerlo, también es indispensable ejecutar ciertos conductas públicas, que no deben esperar ser obligatorios (página Web, declaración de patrimonio, declaración de impuestos, publicación de agenda)
A veces pareciera que hubiéramos caído en una especie de depresión colectiva porque ha quedado en evidencia que la sociedad no está exenta de la corrupción. Ahora bien, lo esencial es descubrir las causas, distinguir los casos y aplicar el remedio correspondiente. Por consiguiente, la pregunta no es si Chile es un país corrupto sino cómo superar estas manifestaciones. No se está frente a una catástrofe nacional, porque, todo lo contrario, puede ser una ocasión privilegiada para el futuro del país, si, de verdad, existe una voluntad política y un compromiso ciudadano. La corrupción tiene su raíz en la fragilidad de la condición humana, y, por ello, precisa de soluciones, personales e institucionales, que rectifiquen esta grave injusticia humana, allí la transparencia tiene un papel esencial e insustituible.
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